Empanadas de atún al mediodía, sandwiches de queso y huevo a la tarde, panzada de langostinos a la noche. N. diría, fiel al mandato católico: “el viernes santo no se come carne.” Sobre cena frugal, liviana y discreta no hizo comentarios…
“Algo molesto era que Dios prohibía muchas cosas, pero no reclamaba nada positivo, sino algunas oraciones, algunas prácticas que no modificaban el curso de los días. Hasta me parecía raro, cuando la gente volvía de comulgar, verla sumergirse tan pronto en los quehaceres cotidianos; yo hacía lo mismo, pero sentía un malestar. En el fondo, los que creían, los que no creían, llevaban exactamente la misma existencia; me convencí cada vez más de que en el mundo profano no había lugar para la vida sobrenatural. Y sin embargo, era ella la que contaba: sólo ella…” S.-
“Algo molesto era que Dios prohibía muchas cosas, pero no reclamaba nada positivo, sino algunas oraciones, algunas prácticas que no modificaban el curso de los días. Hasta me parecía raro, cuando la gente volvía de comulgar, verla sumergirse tan pronto en los quehaceres cotidianos; yo hacía lo mismo, pero sentía un malestar. En el fondo, los que creían, los que no creían, llevaban exactamente la misma existencia; me convencí cada vez más de que en el mundo profano no había lugar para la vida sobrenatural. Y sin embargo, era ella la que contaba: sólo ella…” S.-
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